Un mallo es una formación geológica característica del valle del Ebro, de grandes farallones y agujas de conglomerado rocoso formado por cantos de tamaño medio envueltos en arcilla, arena y cementados con material calcáreo, sedimentos detríticos correspondientes a los aluviones depositados por los afluentes del río que bajaban desde los Pirineos hacia la depresión central del Ebro a partir del periodo Eoceno y durante casi todo el Mioceno.
Tras ser moldeados por la erosión, estos depósitos aparecen como
promontorios residuales adosados a las laderas plegadas y más antiguas
de la sierra.
Con el tiempo, estos escarpes evolucionan por la acción combinada del
agua, el hielo, el viento y el sol hacia pináculos con zonas superiores
redondeadas.
Este tipo de formación es frecuente en todas las sierras del Prepirineo, marcando de manera precisa el límite entre éstas y el Somontano con unos 200 m de desnivel en sus paredes verticales o incluso extraplomadas; siendo los mallos más conocidos los cercanos a Riglos, por su gran espectacularidad y por su uso para la escalada deportiva. Otra zona con importante presencia de formaciones de tipo mallo es la de Agüero: la zona de los mallos de Agüero, junto con la discordancia del barranco de la Rabosera ha sido declarada «punto de interés geológico» en Aragón.